Originales Web

Cada curación ocurre porque vemos, hasta cierto punto, nuestra unidad eterna con el Amor, nuestro Padre-Madre divino.

Ahora entiendo mucho mejor que la tristeza no es más poderosa que la alegría y que nada puede separarme, ni a mí ni a nadie, del amor de Dios.

Mi deseo por la verdad había abierto mi pensamiento a una comprensión más elevada, y esa comprensión —esa consciencia divina— me había hecho libre.

La luz del amor pleno nos muestra que el mal no puede existir en presencia del Dios todopoderoso, que es el Amor mismo y llena todo el espacio.

También llegué a darme cuenta de que puesto que Dios no viene con cargas emocionales ni tiene malas cualidades, mi identidad como Su creación no es una mezcla de bien y de mal.

Optar por reconocer la presencia y el poder de Dios justo en medio de la disensión era tomar una posición a favor de la Verdad divina y era una forma práctica de amar a mi iglesia.

Poco a poco, comencé a sentir una paz que nunca antes había conocido y que sigo descubriendo al escuchar a Dios en oración.

Había aprendido en la Ciencia Cristiana que Dios es el Padre-Madre amoroso de todos nosotros. Y puesto que Dios es infinito, está en todas partes.

El pensamiento resucitado afirma el eterno valor de cada persona para el Dios infinito que nos creó a cada uno de nosotros.

Pensé en las numerosas cualidades propias del Cristo que este hombre expresaba, tales como pureza, inocencia y humildad; y en que esas cualidades eran eternas, una parte permanente de su identidad.