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Después de haberme sometido a dos operaciones...

Del número de julio de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Después de haberme sometido a dos operaciones a causa de un tumor en uno de los huesos del espinazo me hallé inmovilizado en cama durante tres meses. Los médicos le anunciaron a mi esposa que aunque me restableciera, jamás me sería posible caminar nuevamente. Gracias a Dios mi esposa es una Científica Cristiana. Ella le dijo a los médicos cual era su religión, y ellos le sugirieron le pidiera a un practicista de la Christian Science que viniera a verme. Mi esposa se puso al habla con uno quien al momento comenzó a darme tratamiento. Le estoy sumamente agradecido a este practicista por sus incansables esfuerzos, por su comprensión, sinceridad y bondad. Me aseguró con las mismas palabras de Jesús halladas en Juan 11:4 que “esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios.” No comprendí a su tiempo lo que esto significaba, mas sí algo más tarde.

Una noche algún tiempo después de haber sido traído yo a casa del hospital, el practicista vino a visitarme anunciándome que una conferencia de la Christian Science
Nombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. se daría la semana siguiente. Le respondí que cuánto hubiera deseado oírla. El me contestó: “Veremos si puede usted asistir.” Hacía cuatro meses y medio que guardaba cama y sólo en las últimas semanas me había sido posible sentarme un cuarto de hora al día; así es que cuando habló de ir a la conferencia pensé: “Esto es sólo un sueño.” Por la tarde del día de la conferencia el practicista me llamó. Me llevaron al teléfono y le oí decir: “Esta noche lo veré en la conferencia.” Pensé si se daba cuenta de lo que estaba diciendo, y si en realidad sabía cómo me sentía. Sin embargo, a la hora de la conferencia, allí estaba yo.

El sábado siguiente volvió a llamarme por la tarde diciéndome: “Mañana nos veremos en la iglesia.” Cuando comenzó el servicio allí me encontraba yo. Al cabo de dos semanas volvió a visitarme y me preguntó: “¿Ha pensado usted sobre el asunto de volver a su trabajo?” Decidí entonces volver a mi trabajo el primer día del mes, y cuando llegó esta fecha, yo estaba allí.

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